lunes, 9 de junio de 2008

PREMIO A LA SOLIDARIDAD DE CASTILLA LA MANCHA

Amparo Molina, nuestra amiga y compañera del Comité de Toledo recibió el pasado 30 de mayo el Premio a la Solidaridad en Castilla La Mancha, por su trabajo, compromiso social y lucha por mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos.
Amparo también es la fundadora de Médicos del Mundo en Castilla La Mancha. Esta mujer luchadora, amable y cariñosa ha hecho del cuidado de los más desfavorecidos su estilo de vida.
A continuación os transcribimos la nota periodística de la Agencia EFE.
¡Enhorabuena, Amparo!


Amparo Molina, la llamada del África negra
EFE Toledo

A Amparo Molina le gusta sobre todo el contacto con la gente, y a ello ha dedicado su vida en una doble vertiente: como enfermera que siempre quiso ser desde pequeña, y en su labor solidaria, dirigida de manera fundamental al África negra, cuya llamada sintió y que nunca la abandonará mientras tenga fuerzas. Amparo Molina, nacida en Madrid en 1932, aunque se siente toledana porque es donde ha vivido desde que tenía tres años, recibirá el próximo 31 de mayo, Día de la Región, una de las doce Placas al Reconocimiento del Mérito Regional.La región quiere reconocer así su trabajo como supervisora de consultas externas del ambulatorio de Toledo, su participación en el equipo que implantó la Atención Primaria de Enfermería en España y su trabajo en temas de cooperación y solidaridad.En una entrevista con Efe, Amparo Molina dice con humildad que su primera reacción al conocer que se le iba a conceder este premio, fue decir: "yo no he hecho tanto, sólo soy la cabeza visible" de muchas personas que han trabajado y trabajan con ella en los ámbitos de la enfermería y de la solidaridad.Como enfermera se jubiló al cumplir los 60 años, pero sigue trabajando con los más desfavorecidos y "lo último que dejaré será el Comité de Solidaridad con el África Negra", aunque ya empiece a sentir el peso de los años.Le marcó para toda la vida su visita a la República Democrática del Congo durante la guerra que comenzó en 1998 y nunca conseguirá borrar de su memoria cómo se vacunaba a los niños con jeringas despuntadas. Desde entonces "siempre que he podido, he mandado jeringas"."He viajado mucho, pero África es diferente, porque allí la pobreza y la injusticia son más acusadas", y esto es paradójico porque, además, "su riqueza es su problema"."¿Sabes qué es el coltan?", pregunta Amparo. "No", le respondo. "Hay mucha gente que no lo sabe, explica. Es la combinación de dos metales más preciados que el oro: la columbita y la tantalita, que se utilizan para la fabricación, por ejemplo, de teléfonos móviles y misiles, y que se encuentran en un 80 por ciento en el Congo, motivo más que suficiente para desencadenar una guerra".Amparo participó también hace diez años en la puesta en marcha en Toledo de un centro sociosanitario de Médicos del Mundo para atender a inmigrantes "sin papeles", a raíz del caso de una mujer que necesitaba tratamiento de radioterapia pero que no podía ser atendida en la Seguridad Social.Luchó para que se reconociera el derecho de los inmigrantes a la sanidad porque se trata de un derecho universal, y el centro sólo se cerró cuando éstos pudieron tener la tarjeta sanitaria con sólo estar empadronados.Este tipo de cosas son las que dan sentido a la vida, dice Amparo, quien también rememora otra de sus batallas, en este caso como enfermera, profesión que empezó a ejercer a los 22 años, para concienciar a la gente en la importancia de la prevención."Antes la enfermería era curar, y yo tenía claro que era prevenir y curar", por eso dio tanta importancia a la educación en salud y para ello había que cambiar la mentalidad de la gente. Misión conseguida desde la Atención Primaria porque hoy la mayoría de las personas se preocupa por tener hábitos de vida saludables.En la enfermería, sigue contando, han cambiado muchas cosas y hoy día tienen más responsabilidades, sin embargo, todavía no está plenamente reconocida la labor que desarrollan los enfermeros.Y al hablar de enfermeros, Amparo recuerda que cuando ella empezó no había hombres, pero es una profesión "que ha asumido bien la igualdad".Ha trabajado tanto con niños, cuando empezó como puericultora y aconsejaba a las madres la lactancia materna como la mejor protección para los bebés, como con mayores desde la asociación "La alegría" de un barrio toledano; y ambos, los mayores y los niños, tienen en común su desvalimiento y necesidad de protección.Amparo también ha trabajado como directora de enfermería de Atención Primaria de Toledo, una tarea gratificante, aunque notaba que a veces le cansaban los papeles, "necesitaba el contacto con la gente".

No hay comentarios: