Ryszard Kapuscinski
Editorial: Anagrama
Kapuscinski es el rey de los reporteros. Y Ébano su última obra maestra, un reportaje de 340 páginas en el que nos invita a acompañarle por sus correrías africanas. El dice que se trata de un diario íntimo, un libro autobiográfico. Y debe ser así, porque en cada línea de texto queda muy claro que este escritor polaco lleva África en la sangre, en el corazón y en la memoria. Ébano evita los tópicos que atenazan a este continente, maltratado por la suerte y la historia, y describe su cara oculta, esa que ha sido dibujada por la violencia, el dolor, la derrota y las luchas por el poder.
El viaje comienza en los primeros años de la independencia, días de júbilo y esperanza. Y termina empañado por el brutal genocidio de los Grandes Lagos. En este nuevo siglo África sigue anclada en el pasado, en la derrota. Kapuscinski ha recorrido este escenario despiadado, y lo ha hecho evitando los caminos oficiales: nada de embajadas, palacios, conferencias de prensa o bailes de salón. Su descripción de los golpes de estado, de las despiadadas luchas por el poder y del genocidio de un millón de tútsis son simplemente perfectas. Nadie como él para contarnos a qué huele un pescado secándose al sol, cómo suena un tambor fúnebre, a qué saben unas algas fermentadas. Son las vigorosas crónicas contemporáneas de un vagabundo plenamente consciente de que Africa es demasiado salvaje para no sangrar, demasiado grande para poder ser descrita: «En la realidad, y salvo por el nombre geográfico, no existe. Es un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria».
Este libro, ejemplo perfecto de cómo deben mezclarse información, filosofía e historia, debería entregarse a los alumnos de periodismo nada más traspasar el umbral de la facultad. Y es que el periodismo sin reportajes, y sin reporteros totales como Kapuscinski, sería menos sorprendente y mucho más triste y aburrido.
Editorial: Anagrama
Kapuscinski es el rey de los reporteros. Y Ébano su última obra maestra, un reportaje de 340 páginas en el que nos invita a acompañarle por sus correrías africanas. El dice que se trata de un diario íntimo, un libro autobiográfico. Y debe ser así, porque en cada línea de texto queda muy claro que este escritor polaco lleva África en la sangre, en el corazón y en la memoria. Ébano evita los tópicos que atenazan a este continente, maltratado por la suerte y la historia, y describe su cara oculta, esa que ha sido dibujada por la violencia, el dolor, la derrota y las luchas por el poder.
El viaje comienza en los primeros años de la independencia, días de júbilo y esperanza. Y termina empañado por el brutal genocidio de los Grandes Lagos. En este nuevo siglo África sigue anclada en el pasado, en la derrota. Kapuscinski ha recorrido este escenario despiadado, y lo ha hecho evitando los caminos oficiales: nada de embajadas, palacios, conferencias de prensa o bailes de salón. Su descripción de los golpes de estado, de las despiadadas luchas por el poder y del genocidio de un millón de tútsis son simplemente perfectas. Nadie como él para contarnos a qué huele un pescado secándose al sol, cómo suena un tambor fúnebre, a qué saben unas algas fermentadas. Son las vigorosas crónicas contemporáneas de un vagabundo plenamente consciente de que Africa es demasiado salvaje para no sangrar, demasiado grande para poder ser descrita: «En la realidad, y salvo por el nombre geográfico, no existe. Es un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria».
Este libro, ejemplo perfecto de cómo deben mezclarse información, filosofía e historia, debería entregarse a los alumnos de periodismo nada más traspasar el umbral de la facultad. Y es que el periodismo sin reportajes, y sin reporteros totales como Kapuscinski, sería menos sorprendente y mucho más triste y aburrido.
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