El Dr. Mukwege decidió salir a la luz cuando una mañana un padre destrozado le llevó a una niña de tres años a la que habían violado. “Le habían disparado en todas partes. No había nada que se pudiera hacer por ella”, afirma. “El padre empezó a golpearse la cabeza contra una pared, gritando que no había sido capaz de proteger a su hija. Después supimos que ese hombre se suicidó”. Ese mismo día, vio a una mujer de setenta y dos años a la que habían violado delante de su yerno, una relación que se considera sagrada en la cultura congoleña. La mujer dijo: “No me cure, no me cuide. Nunca podré volver y mirar a la cara a mi yerno. Déjeme morir aquí, simplemente no me dé de comer”. “Me di cuenta de que tenía que hablar”, afirma el Dr. Mukwege.viernes, 13 de marzo de 2009
LA VIOLACIÓN COMO ARMA DE GUERRA
El Dr. Mukwege decidió salir a la luz cuando una mañana un padre destrozado le llevó a una niña de tres años a la que habían violado. “Le habían disparado en todas partes. No había nada que se pudiera hacer por ella”, afirma. “El padre empezó a golpearse la cabeza contra una pared, gritando que no había sido capaz de proteger a su hija. Después supimos que ese hombre se suicidó”. Ese mismo día, vio a una mujer de setenta y dos años a la que habían violado delante de su yerno, una relación que se considera sagrada en la cultura congoleña. La mujer dijo: “No me cure, no me cuide. Nunca podré volver y mirar a la cara a mi yerno. Déjeme morir aquí, simplemente no me dé de comer”. “Me di cuenta de que tenía que hablar”, afirma el Dr. Mukwege.
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