En septiembre de 2005 se hundió una cayuco con un grupo de jóvenes senegaleses y en octubre del mismo año el desastre se repitió con un grupo tres veces mayor. La tragedia de esas muertes llevó a Yayi Bayam Diouf, madre de uno de los desaparecidos a fundar la Asociación de Madres y Viudas de los Cayucos. Desde entonces, estas mujeres se han dado una doble misión: convencer a los jóvenes para que no arriesguen sus vidas en un viaje al que antes les animaban, y persuadir a las madres para que no ayuden a sus hijos a emprenderlo.
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